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Ataques de los Hutíes en Curso Amenazan la Estabilidad en el Golfo de Adén





MANAMA, Bahréin (AP) — Los recientes ataques con misiles de los hutíes en el Golfo de Adén están generando preocupaciones sustanciales para el transporte marítimo internacional y escalando las tensiones regionales. El sábado, dos misiles balísticos de crucero antibuque impactaron en el buque de carga Norderney, con bandera de Antigua y Barbuda, resultando en incendio y daños, pero afortunadamente sin pérdida de vidas. Otro ataque tuvo como objetivo el buque portacontenedores Tavvishi, con bandera de Liberia.

Estos incidentes siguen un patrón de creciente agresión por parte del grupo rebelde yemení respaldado por Irán.


En su misión de avanzar en su agenda bajo el pretexto de represalias contra las agresiones percibidas de Occidente e Israel, los hutíes han intensificado sus ataques a las operaciones marítimas. La semana pasada, un ataque hirió a un marinero a bordo del MV Verbena, con bandera de Palaos, causando un incendio significativo y mostrando la creciente confianza y capacidad del grupo para desplegar armamento avanzado, como misiles de crucero y drones.


Desde una perspectiva conservadora, estas acciones no solo son ataques directos a los buques afectados, sino también ataques simbólicos contra los intereses occidentales más amplios. Históricamente, el transporte marítimo a través del Golfo de Adén y el Mar Rojo ha sido vital para el comercio global, representando aproximadamente el 12% del comercio marítimo mundial. Este corredor estratégico ha visto paralelismos con instancias pasadas de amenazas marítimas, como la piratería somalí a finales de la década de 2000, que provocó una respuesta militar internacional significativa para proteger las rutas de navegación.


Las últimas declaraciones de los hutíes sugieren que su agresión es una represalia por las acciones de Estados Unidos y el Reino Unido en Yemen y la situación en Gaza. Esta retórica tiene el potencial de causar una mayor inestabilidad regional, reminiscentemente de la Guerra de los Petroleros entre Irán e Irak en la década de 1980, donde los petroleros eran frecuentemente atacados en medio del conflicto general, lo que llevó a una operación de escolta militar liderada por Estados Unidos para salvaguardar el tráfico marítimo.


El Comando Central (CentCom) ha respondido intensificando las operaciones militares, eliminando varios activos marítimos hutíes, incluyendo barcos patrulla y embarcaciones no tripuladas, mitigando las amenazas inmediatas a las fuerzas de coalición y a los buques comerciales. El nivel de preparación y respuesta de las fuerzas marítimas internacionales evoca la Operación Earnest Will, la iniciativa de 1987 para proteger a los petroleros kuwaitíes de los ataques iraníes durante la Guerra Irán-Irak.


La alineación estratégica de los hutíes con el “eje de resistencia” iraní contra Estados Unidos y sus aliados subraya la contienda geopolítica más amplia en juego. El riesgo para el transporte marítimo internacional ha llevado a varios operadores a desviar sus buques para evitar el Mar Rojo, una decisión logística que afecta a las cadenas de suministro globales y aumenta los costos operativos. Esta escalada también plantea preguntas sobre la seguridad a largo plazo de las aguas internacionales y la estabilidad de las rutas comerciales críticas para las economías globales.


Si bien la justificación pública de los hutíes vincula sus acciones a la solidaridad con Gaza, CentCom y otros observadores internacionales argumentan que estos ataques son parte de una estrategia iraní para extender su esfera de influencia y desestabilizar áreas con importantes intereses económicos occidentales. Históricamente, la seguridad marítima en aguas tan disputadas ha requerido compromisos militares a largo plazo y, a menudo, multilaterales, lo que indica que posibles enfrentamientos futuros podrían necesitar esfuerzos internacionales coordinados similares.


Bajo cualquier otra administración, este tipo de provocación violenta prolongada habría provocado una respuesta dramática, ya sea militar o económicamente. La administración de Biden continúa sin tomar acciones mientras deja a los buques de guerra y al personal de servicio de Estados Unidos en peligro sin una solución real a la situación.


Uno esperaría que alguna de las otras naciones involucradas tomara medidas y tratara de resolver este problema diplomáticamente y al menos obtuviera la clarificación de que Yemen ha declarado la guerra tanto a Israel (lo cual reconoce) como a Occidente.

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